EL DOMINIO DEL EGO LLEGA A SU FINAL
MI SER SUPERIOR ME GUIA.
Hay que llegar a entender bien que nuestra existencia, nuestra vida le pertenece a nuestro Ser Superior. El nos creó para un propósito divino en este mundo material, en este planeta, en este tiempo.
Debemos salir de la ilusión de que somos alguien aparte de El, separados de El, y que tenemos nuestros propios propósitos, distintos a los suyos. Esa es la ilusión en que hemos caído debido al dominio de nuestro ego sobre nuestra conciencia. Le fuimos dando al ego el mando y el control sobre nosotros a medida que nos fuimos identificando con el cuerpo material.
Pero poco a poco hemos ido despertando de esa ilusión y haciendo conciencia de quiénes somos verdaderamente. Hemos ido retornando al verdadero centro de nuestro ser y estamos en proceso de quitarle el mando al ego y dárselo de vuelta a quien es el verdadero Amo y Señor nuestro, el Yo Superior, nuestro Dios Interno.
Para no abonar más el ya bastante fértil terreno de la confusión, creado por tantas teologías sobre el tema de la Trinidad del cristianismo y otras religiones, quiero aclarar que aquí me estoy refiriendo a nuestra Alma Espiritual (el Hijo de dicha Trinidad), que es una parte infinitesimal, una unidad individual de conciencia del Supremo Espíritu, Dios Padre/Madre, creada a Su Imagen y Semejanza, es decir con sus mismas cualidades divinas. El está en el centro-núcleo de nuestro ser. Y en verdad creo que nadie va a Dios Padre/Madre sino a través de su Ser Crístico (Alma Espiritual); que ese es el camino, esa la verdad y esa la vida. Nuestra realización consiste en llegar a ser uno con nuestro Ser Interno y Eterno, el Alma Espiritual.
Una vez finalizado su viaje de autorrealización por el mundo material, el Alma Espritual retorna al Supremo Creador. En otras palabras, antes que mirar hacia el cielo buscando a Dios para adorarle, miremos a nuestro interior, nuestro corazón. Allí está el Dios Interno de cada uno. Reencontrémonos con El, reconectémonos con El. Amémosle (lo cual no es un mandamiento, es una condición natural).
Para mí, amarse a sí mismo significa amarse holísticamente, amar nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro corazon y nuestro espíritu, que no es solo una energía espiritual, es una Conciencia Divina, un Ser Divino, nuestro Ser verdadero y eterno.
Y, por supuesto, amar al prójimo como a tí mismo significa reconocer que en todos y cada uno de los seres humanos, y en todos los seres vivos en general, también está la Presencia de Dios; que en cada uno de ellos hay un alma espiritual, un Ser Divino, y que todas nuestras almas son Una en Dios.
Yo me amo, Yo amo, Yo Soy Amor.
Yo Soy el que Soy.
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